Bajan las deportaciones de mexicanos desde EU, pero el miedo migrante persiste
Las deportaciones de mexicanos desde Estados Unidos disminuyeron más de 24 por ciento durante los primeros 11 meses del actual gobierno de Donald Trump, aunque el clima de temor entre la comunidad migrante sigue intacto.
De acuerdo con cifras de la Secretaría de Gobernación, entre febrero y diciembre de 2025 se registraron 145 mil 537 repatriaciones, una caída significativa frente a las 192 mil 535 contabilizadas en el mismo periodo de 2024, cuando aún gobernaba Joe Biden.
Especialistas y organizaciones coinciden en que la baja no responde a una política más flexible, sino a una combinación de menores cruces irregulares, procesos judiciales prolongados y sentencias que los migrantes deben cumplir en territorio estadounidense antes de ser devueltos. Muchos arrestos realizados por el ICE no se traducen en expulsiones inmediatas y quedan atrapados en centros de detención o en litigios migratorios.
Diversos estudios señalan que, aunque el discurso oficial insiste en deportaciones masivas, el sistema migratorio de Estados Unidos no tiene la capacidad legal ni operativa para ejecutarlas. La estancia irregular, recuerdan expertos, no es considerada un delito grave bajo la legislación estadounidense, lo que limita el alcance real de estas amenazas.
Mientras tanto, la estrategia ha sido generar condiciones adversas para empujar a los migrantes a irse por su cuenta, un fenómeno conocido como autodeportación. Para quienes viven allá, el mensaje es claro: el riesgo está presente incluso fuera de casa. “La forma más fácil es ponerse afuera de los trabajos, todos salimos a trabajar”, relató Raquel Ortiz, migrante deportada tras una inspección laboral en Texas.
En México, el gobierno federal reforzó el programa México te Abraza, que ofrece atención médica, jurídica y psicológica a los connacionales repatriados. Según la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, más de 846 mil servicios han sido otorgados en nueve centros de atención, además de afiliaciones al IMSS, entrega de documentos oficiales y apoyos económicos.
Sin embargo, detrás de las cifras hay historias que pesan. Eusorgio Camacho, deportado tras cumplir una falta administrativa en Estados Unidos, resume la experiencia con sencillez: “No fue un delito mayor, terminé mi tiempo y me regresaron”. Hoy intenta rehacer su vida en México, como miles más.
Aunque las deportaciones bajan, el mensaje que cruza la frontera sigue siendo duro. Menos expulsiones no significan menos miedo, y para muchos migrantes, la incertidumbre continúa marcando cada jornada.
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